domingo, 31 de agosto de 2014

Siestas made in Perú

Que el papel conquistador de Francisco Pizarro en nombre de la España del siglo XVI no es precisamente  algo por lo que se nos tenga cariño en estas tierras es bastante obvio. Sólo hay que ver el entusiasmo sin igual con que celebran las Fiestas Nacionales o Fiestas Patrias que viene a ser cuando Perú se independizó de España.

Ahora bien, dejando al margen ciertas decisiones estratégicas (otro día hablaré de la genial idea de fundar Lima donde se fundó) en el Perú se debería reconocer al Sr. Pizarro el mérito de haber introducido en la cultura peruana la noble y reconfortante costumbre hispana de la archiconocida Siesta Española.

Todo esto viene a que en este tiempo he podido comprobar la innata habilidad que existe por aquí para aprovechar cualquier rincón y ratito libre para "echarse un sueñecito".
Ya ya, me diréis que en todas partes se echa siestas la gente. Puede ser pero una vez más dejemos que las imágenes hablen por sí mismas.


Un buen antirrobo para la moto.
Con un poco de concentración no hay alboroto que valga.

Un merecido descanso a la hora del almuerzo. Como lo vean los de Flex y Pikolín patentan este colchón, sería el modelo "Tablón de 20" para faquires y encofradores con tiempo libre.
Y seguro que el camión estaba en marcha...


El de la derecha debía estar haciendo alguna postura de yoga (la de la grulla loca o el cangrejo cojo) pero el caso es que el camión estaba maniobrando para aparcar y el tipo ni se inmutó. ¡Hasta se dejó el casco puesto!.
Ahí el cuello y los riñones sufren un poco.


Pero...¿para qué tenemos el porexpán en la obra? Una buena almohada y a descansar plácidamente.


Para que nadie se moleste, además de recordar otra vez el tono humorístico y carácter chistoso que intento mantener en todo lo que escribo en este blog, quiero aclarar algo muy seriamente.

Ojalá la estructura económico-social de Lima en particular y del resto del país en general no obligase a tantas personas a tener dos o más trabajos, con sus horas respectivas y jornadas completadas a base de robarle horas al sueño o a desplazarse durante horas cada día en condiciones detestables. Creo que muchas personas (el que escribe el primero) no lo aguantaríamos.

Si las cosas fuesen de otra forma, muchas familias podrían tener otro tipo de esperanzas de futuro y otros ánimos con los que afrontar el día a día en una ciudad en la que cientos de miles (por no decir millones) de personas tienen como obligación imperiosa pelear por la subsistencia propia y la de su familia.

                                                                                                                      AMM

domingo, 24 de agosto de 2014

Diálogos de besugos (II)

Como la primera entrega de los diálogos de besugos tuvo una aceptación bastante buena (creo que hasta la fecha ha sido la entrada más vista), aquí os dejo otros ejemplos de situaciones cotidianas que han derivado en diálogos sin sentido alguno pero de los que luego puede uno acordarse e incluso te saca una pequeña sonrisa...

Esto ocurrió en una notaría:

Hace un par de meses días fui a una notaría a legalizar la firma para unos trámites.

De entrada todo bien, entrego el pasaporte y una señorita saca un libraco enorme (que si lo abren en el mostrador y no te andas rápido para quitar las manos, lo mínimo te aplasta un par de dedos) de estos que usan aquí para registrar todo.

Empleada: Ponga aquí su nombre. Firme aquí y aquí.

Firmo y le devuelvo el libro, lo mira, arruga la nariz, revisa la firma con el pasaporte, lo vuelve a mirar con cara de poco convencida y me dice:

Empleada: Señor, esta firma no es idéntica a la de su pasaporte.
Yo: Bueno señorita es que este pasaporte tiene 8 años, algo puede haber cambiado mi firma (teniendo en cuenta que en este país te hacen firmar casi hasta para ir al baño es una cuestión de salud para evitar un esguince en la muñeca o una artritis prematura).
Empleada: Ya señor pero es que yo necesito que su firma sea exactamente igual. Tenga un papelito y practique.

Me entrega un papelito, pero papelito papelito, del tamaño de una tarjeta de crédito y encima escrito...practico un poco la firma del pasaporte y le paso el papelito, lo mira y elige una firma "una como ésta" me dice.

Firmo otra vez en el libro, lo revisa, mira la firma, le da la vuelta, la mira del revés, arruga la nariz todavía más que la primera vez y dice:

Empleada: Mire señor, acérquese, ¿ve este rabito que tiene este trazo en el pasaporte?. Pues es que en la firma que ha hecho no está ese rabito...

Estuve a punto de pedirle una lupa a ver...pero me tuve que conformar con otro papelito, otros 5 minutos practicando la dichosa firma y vuelta a la carga (a todo esto para firmar el bolígrafo negro no valía, tampoco el azul que llevaba yo, tenía que ser una especie de azul-celeste-verdoso que tenían allí...).

Yo: Señorita ya estoy listo, ésta es la buena, déme el libro.

Firmo, lo mira, ladea la cabeza, resopla un poco pero por fiiiiiiin 25 minutos después fui capaz de hacer una firma medio decente, que le convenció y pude largarme de la dichosa notaría no sin antes preguntarle para cuándo estarían listos los documentos que necesitaba...

Empleada: A partir de las 15:30 estarán.

Vuelvo a las 15:45: "Buenas tardes, vengo a buscar los documentos que pedí esta mañana".
Empleada: Señor, sus documentos no están.
Yo: Pero si esta mañana me dijo que a partir de las 15:30...
Empleada: Ya, pero ¿sabe qué pasa señor?, que no están, se han demorado.
Yo: Y entonces ¿por qué me dijo que estarían?.
Empleada: Ya señor, pero lo que pasa es que sus documentos no están.
Yo: Bueno y ¿cuándo estarán?.
Empleada: Tal vez  a las 16:30.
Yo: ¿Sabe qué?, mejor vengo mañana...

Ésta fue bastante buena, en una cafetería con una compañera de trabajo:

Camarero: ¿Señores, que van a tomar?.
Compañera: Un zumo y, ¿esas magdalenas de qué son?.
Camarero: Plum cake de zanahoria señorita.
Compañera: Ah, entonces no, mejor póngame un brownie pequeño de éstos.

Al poco tiempo, llega el camarero a la mesa, con el zumo y la magdalena de zanahoria...

Compañera: No hombre, te he preguntado por la magdalena pero he pedido un brownie, bueno, mejor tráeme dos.
Sale un momento y en esto vuelve el camarero con un brownie y lo deja en la mesa.

A: Oye, perdona pero creo que la señorita te ha pedido 2 brownies.
Camarero: No señor, ha pedido uno.
A: ¿Estás seguro?.
Camarero: Sí, sí.
A: Vale, vale, si tú lo dices...

Vuelve mi compañera, ve el brownie y le digo: "No preguntes, ya lo he intentado".
Se acerca al camarero y le comenta: "Perdona pero es que había pedido dos".
Camarero: Vale señorita, ahora mismo.
Me dice mi compañera "a que es capaz de traer otros dos...". Yo le contesto: "Venga ya, no creo...".
Dicho y hecho, vuelve el camarero con otros dos brownies...
Compañera: No hombre, que quería dos y como ya tenía uno, sólo me falta uno más...
Camarero: Ahh, vale, está bien señorita.

Vamos a pagar, nos dice el importe y le preguntamos: "¿Qué nos estás cobrando?" y el camarero responde:
"Pues señorita lo que han tomado, un zumo, un brownie y una magdalena....".

Sin comentarios.

Ocurrido en Telefónica:

Bueno, para entender un poco esta situación es necesario haber gastado unas cuantas horas de tu vida en la central de Telefónica en Juan de Arona. Para los que no  han experimentado esa maravillosa y frustrante sensación , cualquier trámite ahí es una aventura, vamos que es más fácil ir a abrir una cuenta al Banco Santander y pretender que te atienda el mismisimo Botín.
Normalmente, si pierdes el móvil o te lo roban, al menos la mitad de lo que te jode es por tener que volver a Telefónica a perder una mañana.

A mí personalmente me pasó, así que fuimos, esperamos un rato, hicimos un par de colas y llegamos a un mostrador, en el que pedimos un duplicado de la tarjeta.

Nosotros: Señorita. necesitamos un duplicado de tarjeta de esta línea.
Empleada: Muy bien, dénme los datos.
Nosotros: Aquí tiene.

La señorita se lía a escribir en el ordenador...saca un buen montón de papeles (existe en el país una insana costumbre de intentar hacer desaparecer la parte correspondiente del Amazonas a base de utilizar mil millones de papeles para cualquier cosa), copiativos, uno blanco, otro azul, otro amarillo y nos dice:

Empleada: Con todo esto, pasen por caja.

Vamos hacia la caja, hacemos la cola, leemos los papeles, que si costo promocional, que si descuento, que si oferta, total que en la última línea dice: "Total a cancelar 0 soles".
Y pensamos "mira qué graciosa la colega, no hay que pagar nada y nos manda a la caja".

Como ya va uno sabiendo cómo funciona esto, preferimos evitar la tentación de ahorrarnos la cola y recoger directamente la tarjeta (en otra zona de las oficinas claro, paseos que no falten) y pacientemente esperamos nuestro turno para que, efectivamente, al llegar a la ventanilla nos pusieran media docena de sellos en los papeles y sin pagar nada pudiéramos seguir perdiendo el tiempo honradamente en otra esquina del local donde casi seguro (aunque ahora no lo recuerdo) nos pasó alguna otra batalla como que la persona que estuviera en ese mostrador se hubiera ido a comer y no atendiera nadie durante media hora o algo parecido.

En fin, cosas que suceden en el Perú...